DÍA 67: LA CONQUISTA DE CONSTANTINOPLA

Etapa 60: Zeytinburnu, Turquía -  Estambul 23 Km 
Salida: 11:00
Llegada: 13:30
Acumulado: 4903Km  


¡Qué emoción! Me dan ganas de llorar solo de pensarlo.
Ni de coña pensaba yo que iba a ser capaz de recorrerme casi 5000 kilómetros tal y como estaba. Medio oxidada, con los cambios de aquella manera, neumáticos en el cartón, cadena floja, piñones sin dientes… y sin embargo estoy aquí, en Estambul.

¿Dónde está tato?
Adolfo me ha dicho que está difícil, como los últimos días. A ver si hay suerte.

Ni que decir tiene que el mérito es de Adolfo (aunque yo también tengo lo mío, ya os contaré). Mira que es cabezota el tío que nos ha plantado aquí  a los dos. Día a día, pedalada a pedalada, a base de esfuerzo y pundonor ha conquistado lo que hace dos meses a mí me parecía imposible, la histórica Constantinopla.
Nos sentimos como los antiguos cruzados (sin su camorra), orgullosos de poder saborear esta lejanas tierras y que ello haya sido posible solo con nuestro fuerzo.
Y digo nuestro porque sí, Adolfo ha dado pedales, ¿pero quién es la que va lamiéndose todas estas carreteras de Dios? ¡La Babieca!
Por ejemplo, sin ir más lejos, las dos últimas etapas. Ciento veinticinco kilómetros de gambeteo en donde nos hemos encontrado con:

• Motos adelantándonos por la derecha.
• Carreteras con adoquines durante varios kilómetros.
• Temperaturas del asfalto superando en ocasiones los sesenta grados.
• Clavos, chinchetas y pinchos en general que nos han ocasionado parche-disgustos.

En fin, a pesar de todo, estos dos días han sido muy divertidos. Hizo tanto calor que Adolfo ha hecho la ruta de las sandias. Fulano que había vendiendo fruta en el arcén, fulano que asaltaba Adolfo y se ponía de cháchara con él. Y claro, para condimentar el diálogo... sandia al canto. Hasta dos sandias y un melón se ha jalado el chaval. Como coja “cajarria” va a parecer un aspersor de calimocho el cabronazo.

¿Quién es el autentico melonero?

Anteanoche en Marmaraereglisi dormimos en un camping cojonudo. Aquello era tarifa plana. Seis euros la noche si metías una autocaravana, coche o bicicleta. Seis euros para dormir si ibas tú solo o con siete amigos más. Seis euros si ponías una tienda o tres. Curioso ¿verdad? Vamos, lo que se dice tarifa rara.

Baños por el mundo: por fin un autentico baño turco.

Adolfo probó a ver si con la cerveza tenia suerte y le cobraban lo mismo por dos que por cinco. ¡Los cojones! El “jodio” del camarero le dijo que una birra eran tres y dos eran siete ¿?¿? Adolfo o no le entendió muy bien o vete tú a saber qué, pero el caso es que decidió pagar cerveza a cerveza… no vaya a ser.

Adolfo vio que ponía alkol y ya me clavó.

La entrada a Estambul fue muy peligrosa. Mucho tráfico y peatón kamikaze. El último tramo antes de entrar definitivamente fue más peligroso que recoger el jabón en una cárcel. ¡Madre mía que stress! Coches por aquí, motos por allá, manadas de buses con gente en el techo, peatones por la calzada, perros drogadictos… vamos, ¡un sin Dios!
Nos hemos colado en un hotelito en el centro perfecto. Nueve euros la noche con wifi y ducha privada. ¡Bárbaro!

Estambul tomada chavales...

En el portal hay una zona para bicicletas. Soy de las más jóvenes… je, je, je… Y ya le he echado la vista a una especie de tienda de bicis que hay en la otra esquina de la calle. Falta me hace.
Adolfo también necesita reparaciones. Ha llegado hasta aquí muy tocado físicamente. Toca descansar, comer e hidratarse. Bueno, y conocer esta preciosísima ciudad que de lo linda que es te deja parva.
Pasaremos aquí varios días, asi que tendremos tiempo para descubrirla juntos.
Hasta mañana y ¡salam maleco!…