Salida: 08:00
Llegada: 16:00
Acumulado: 4756 Km
Da igual lo que uno se proponga. Puedes hacer la parada técnica de lo más sutil, parando en un sitio donde nadie te vea. Puedes optar por parar en medio del mercado abarrotado, lleno de peña, donde uno pasa de lo más desapercibido. Puedes andar con sigilo, sin molestar ni preguntar nada a nadie. Chico, va dar lo mismo. Al final siempre tienes un reguero de fieles o infieles curiosos tocándote, hablándote, manoseándote el manillar o diciéndote no sé que carallo en arameo.
En lo único que coinciden los unos con los otros es en engancharse como garrapatas porque luego resultan un surtido de información de lo más variado:
- Garrapata 1: Hola, español, español, yo querer España… Tu querer collar para tu mujer…
- Garrapata 2: Yo tener bisicleta nueva barrrata, muy barrrata…
- Garrapata 3: Querer tu bueno pa fumar, bueno, el mejor de aquí...
- Garrapata 4: Yo tener amiga que gustar a ti, vamos amigo…
El caso es tener seis o siete tíos danzando alrededor. Y es que además son como moscas cojoneras, se te pegan, te agarran y por más que digas: NO, NO, NO, NO… no se te van de encima “ni pa Dios”.
Hoy ha pasado varias veces. Una para conseguir agua de botella. ¡Joder que pavo! Nada más llegar al pueblo se nos puso al lado un tío más pesado que un kilo de mierda en una pestaña, con su camisetita del Madrid y su ¡Viva Espana! Menudo elemento. Por más que Adolfo le dijo que “no problema, no problema” no nos sacamos sus babuchas de encima hasta que nos piramos del pueblo.
No confundamos estos bandidos con los turcos en general, que son unas gentes estupendas y súper amables. Pero luego están todos estos desheredados, que no tienen ni oficio ni beneficio que se te pegan como sanguijuelas.
El efecto mosca cojonera lo hemos vivido hoy intensamente por culpa del calor. Hizo tanto bochorno que cada poco tuvimos que parar. No quedaba otra si no queríamos que me explotaran los neumáticos y que Adolfo acabara lipotímico. Y claro, cada parada, mosca cojonera.
Lo importante hoy era avanzar hacia la costa. En parte lo hemos conseguido.
A ver de que lado cae... |
Cuando Adolfo no ha podido más, a eso de las cuatro de la tarde, nos hemos tirado a un monte muy bonito con una especie de arroyuelo. Un paraíso turco en medio te tanto hornazo.
Como otras veces no tenemos ni zorra idea de dónde hemos caído, aunque eso a estas alturas nos la sopla. Estamos relajando los hierros, que con tanta dilatación me van a salir estrías.
El Adolfo va bien, negro chamizo y algo seco, pero bien de moral. Estambul se acerca y eso por lo que veo le tiene bastante animado. Nos falta el último “arreón”.
Pues eso, mañana “arreareamos” otro poco y os lo contaremos como siempre.
Ata mañá…