DÍA 131 - 132: EL REGRESO DE MURPHY

Etapa 82: Un lugar cualquiera de la estepa Kazaja – Bishkek, Kirguistán  137 Km
Sábado 4 de octubre
Salida: 04:45
Llegada: 19:00

Domingo 5 de octubre: Bishkek (descanso)
Acumulado: 10274 Km (7384 Km en bici)

Empezando por el final os diré que tenéis a Adolfo de zapateo dominical absoluto. Si os digo que ha dormido las últimas 24 horas de manera consecutiva tal vez no exagere. Pero para comprender porque Adolfo se encuentra en este estado calamitoso debemos dirigir nuestra máquina del tiempo a donde lo dejamos en la última crónica, a eso de las 8 de la tarde del viernes 3 de octubre.

Aquí lo dejamos el viernes, con las nubes amenazantes sobre nosotros.

Pues aquí estamos, en medio de la estepa, al lado de nuestra hoguera y viendo como el niño come unos macarrones acompañados de una extraña longaniza kazaja.
¿Todo bien?
¡Y una leche…!

En estas etapas del estepario kazajo parece que se cumple la ley de Murphy: « Si algo puede salir mal, saldrá mal».

Veamos. Ya desde hace días el maltrecho doble techo que protege a Adolfo va perdiendo varillas. De las originales 9 en cada lado hemos pasado a las 7 con sus respectivos remiendos. En la actualidad la guarida nocturna de Adolfo parece la casucha de David el gnomo. Ayuda su metro sesenta, pero sin exagerar. El caso es que justo al apagar la hoguera y meterse en su madriguera una nueva varilla hizo crack, con la consiguiente raja en el doble techo.

Si la cosa hubiese acabado ahí la noche hubiera sido una juerga. Pero no. A eso de las 11 de la noche comenzó una tenue lluvia que poco a poco fue empapando nuestro hogar estepario. Pero la fantástica ley de Murphy permitió que la tenue lluvia se hiciera densa enseguida convirtiendo nuestro antiguo árido hogar en una especie de imprevista torrentera esteparia.

Prudencio murió de viejo, pero “Valiento” murió en una inhóspita y triste estepa de Kazajistán. Así que tenéis a Valiento (Adolfo), a las once de la noche en su saco de dormir de papel de liar, en calzoncillos, viendo como Murphy le toca los huevos llevándose una bombona de butano estepa arriba.
La cosa acaba empezar, porque Murphy, que sabe bien como joder, puso nuestra temperatura nocturna al borde de los cero grados.
Menos mal que Valiento se acordó de Prudencio y a las doce ya lo teníais con sus mallas, calcetines, cazadora y demás “abrigaje” todo metidito en su saco.
Yo por mi parte agarrada a un poste observando cómo mis viejos hierros sufrían una especia de reverberación metálica.

Como el cabrón de Murphy no parecía olvidarse de nosotros a eso de las de las 4:30 de la mañana Adolfo salió de su pupa acuática y tras recoger todo con increíbles esfuerzos reinició la marcha.

Lo que nos encontramos a continuación fue un viento polar inaguantable, un agua nieve antinudillos de las manos y una carretera infame propia de estas abandonadas estepas.

Para acabar su trabajo Murphy nos trajo un par de pinchazos, una pequeña avería en el cambio y un solo bar de carretera en más de cien kilómetros. Bueno, eso por no recordar los 100 € de multa que casi le ponen a Adolfo en la aduana de Kirguistán por perder un papel. Pero eso os lo cuento otro día.

Este papelito que nos dieron al entrar en kazajistán había que entregarlo al salir del país.
100 € de amenaza y una hora de búsqueda fueron suficientes para que el desastre de mi dueño encontrara el papel en un bolsillo cerca de sus calzoncillos. 

Con esas condiciones os podréis imaginar facilmente cual era el estado de Adolfo al llegar a Bishkek.
Y así llegamos al sábado a la noche donde Adolfo cambio al cabrón de Murphy por Morfeo gracias a un hostel de 5€ sin más inquilinos que nosotros y un ruidoso calentador de agua.
Aquí lo dejo, en caliente. Mañana lunes más…